El origen de la vida está en las explosiones de las grandes supernovas, que tuvieron lugar miles de millones de años antes de que existiéramos. Todos los átomos que hoy componen nuestro cuerpo, como piezas de un puzzle, se formaron un día en el interior de las estrellas.
Somos, literalmente, hijos de las
estrellas. El hierro que en este momento corre por nuestra sangre, el calcio de
los huesos que nos mantiene en pie, el carbono de nuestro ADN, el oxígeno que
respiramos... todo, nació de la fusión de protones en el interior de alguna
estrella.
Los átomos se componen de protones,
electrones y neutrones. Hay 92 tipos de átomos en estado natural. Lo que
distingue unos de otros es el número de protones que contienen. El más simple
es el átomo de hidrógeno, con sólo un protón. Le sigue el helio con dos
protones, el litio con tres, berilio con cuatro... y así sucesivamente hasta
llegar al uranio, con 92 protones.
Las estrellas se forman principalmente de
hidrógeno que, al ser el elemento más simple, es el más abundante en el Cosmos.
En el núcleo de las estrellas, la presión y la temperatura son tan altas, que
los átomos se aprisionan y chocan entre sí de un modo tan violento que acaban
fusionándose. Dos átomos de hidrógeno se fusionan y forman un átomo de helio. Dos
de helio se fusionan y forman uno de berilio.
Cada vez que se fusiona un nuevo protón,
forma un nuevo tipo de átomo, más pesado que el anterior. Así, con seis
protones fusionados tendremos carbono, con siete nitrógeno, con ocho oxígeno,
etc. En cada proceso de fusión se libera una cantidad enorme de energía. Parte
de esta energía es la propia luz y el calor que desprenden las estrellas.
En las estrellas pequeñas, el proceso de
fusión sólo llega hasta el carbono. No tienen fuerza para continuar. Por eso el
carbono abunda tanto en el Cosmos. Sin embargo, en las grandes estrellas
masivas la cadena de fusión continúa. Se forman los elementos básicos para la
vida: además del hidrógeno y el carbono que ya teníamos, se forman el nitrógeno
y el oxígeno. El agua, tan importante para la vida, es la combinación de
hidrógeno y oxígeno. También se forma en el interior de las supernovas, que
luego la desprenden en forma de vapor cuando explotan.
La fusión de protones continúa, cada vez
más rápidamente, hasta llegar al hierro, en forma de gas. Cuando el núcleo de
la estrella se convierte en hierro, la explosión es inminente. Cuando una
supernova explota, todos los gases y materiales pesados de su núcleo salen
despedidos al espacio con una violencia inimaginable. Los elementos de la vida
se dispersan por todo el Cosmos.
Nuestros antepasados miraban a las
estrellas con reverencia y temor. Les hacían ofrendas y les levantaban
monumentos. De algún modo, sentían su vida ligada a ellas. Somos la primera
generación en la historia de la humanidad que ha perdido las estrellas. Con la
contaminación lumínica y ambiental dejamos de verlas. Y de mirarlas. Hemos
perdido el recuerdo de que somos materia estelar, hijos de las Estrellas.
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